Sin duda, este autor es un verdadero genio, nacido en Portugal y ganador del Premio Nobel de Literatura, nos cuenta una sorprendente historia sobre la muerte y el morir de las personas. Hablar de la muerte y su aceptación entre nosotros es hablar del mundo espiritual. ¿Qué tan reconciliados estamos con este tema? Que además, es lo único seguro que tenemos en esta vida. Venimos para eso, para morir. Entonces, como bien dice el dicho «como la muerte sabe que nos va a ganar nos da toda una vida de ventaja».
La muerte es parte del ciclo de la vida, y en este libro, y bajo ese humor característico de Saramago, podemos entender cuán necesaria es. ¿Te imaginas que en un país determinado la muerte ha decidido no llevarse a nadie? Sí, la gente deja de morir, lo cual suena terriblemente bonito, pero en el fondo no lo es tanto, porque la gente necesita morir. Los enfermos terminales, si no mueren pasarían toda una eternidad postrados en una cama y no habría hospitales suficientes, porque la vida y el tiempo sigue corriendo, la gente sigue naciendo, enfermando pero ya no muriendo.
La situación con los enfermos se volvería inhumana, imagínate ver a quien más quieres enfermo (a,e, etc.) sufrir por años y años y que ese tan anhelado descanso eterno nunca llegue. Como raza humana encontraríamos la forma de hacer que murieran, llevarlos a otro país para que ahí La Muerte, como ella misma firma en las cartas que manda, pueda cortar el hilo de vida del que cada quien estamos colgados en este planeta.
Y hay que tener muy buena relación con Dios, como cada quien lo concibamos, para entender esto. Entonces, mientras este hilo de vida nos tenga colgando en esta existencia, ¿qué vamos a hacer con ella? Sin duda, yo me parecería a La Muerte, tan segura de sí misma, dueña de quien es, sin remordimientos ni culpas, alguien que sigue su destino y hasta se de la oportunidad de amar como nunca antes y con el dejo de alma que le queda. Con capacidad de asombro, con paciencia y sabiendo que todo llega en el momento exacto, no antes, no después. Entonces, en este libro se vuelve, sin ser el principal, icónico el personaje de La Muerte.
Me pregunto a mí misma, ¿cómo sería si creyera en mí como La Muerte cree en ella?, ¿qué tanto haría si tuviera esa seguridad interior de saber quien soy? Ser La Muerte te permite vivir sin miedo y que los errores no son equivocaciones, son parte del camino. si hoy tuviera que inventarme un personaje de mí misma, ¡claro que sería LA Muerte!
Este es un libro que deja mucho que pensar, y más que actuar. Sabiendo que este título está catalogado en el pilar de «Espiritualidad» me quedo con el hacer las paces con la muerte de aquellas personas que se fueron, a mi parecer, demasiado rápido, acepto que hoy están descansando y que es el ciclo de su vida y su destino y agradezco el tiempo que pude estar con ellas. Agradezco la historia de mi linaje. Fluyo con las muertes inesperadas y suelto el enojo de su partida. Miro al cielo y sé que ahí están y que soy un pedacito de ellos a través de sus enseñanzas; la principal es: «Busca a la gente que quieres hasta encontrarla, no te mueras con ganas de volverlas a ver». Suena tan trillado, pero a la vez lo tenemos tan olvidado, vivimos tan en la rutina que se vuelve fácil olvidarlo.
Para conocer más sobre este título te invito a escuchar el podcast de Casa Cibeles:
https://linktr.ee/casacibeles
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