Este libro nos deja mucho qué pensar sobre el amor, en todas sus formas y presentaciones.

¿Te imaginas poder volver al pasado y tomarte una taza de café con alguien? ¿A quién elegirías?

Justo de esto habla el libro «La felicidad cabe en una taza de café» del autor japonés Toshikazu Kawaguchi, quien se ha destacado por escribir obras de teatro y hacer guiones maravillosos, nos adentra en una historia maravillosa llena de amor y magia en las paredes de una cafetería Funikuri Funikura en Tokio.

Esta cafetería tiene la peculiaridad que te permite viajar al pasado y al futuro , claro bajo ciertas reglas, y solo te podrás encontrar con las personas que en ese momento estuvieron o estarán en la cafetería. Sin hacer más spoilers ni adelantos, narra la historia de varias personas que se sacuden los miedos y aceptan hacer el viaje para reencontrarse con alguien que sienten que tienen algo pendiente y necesitan cerrar.

Sin duda, este libro se convirtió en uno de mis favoritos de la historia, no solo por lo rico que está escrito y que te permite leerlo fácil y sin pausas; sino también porque me orilló a platearme el escenario de verme a mí misma dentro de 20 años queriendo regresar a tomarme un café conmigo de 20 años atrás para «saldar alguna cuenta pendiente». Dicho lo cual tuve que sentarme y pensar en cuál sería «esa» deuda que no puedo permitir tener conmigo misma para los siguientes años. A lo que derivó en: «¿Cómo me gustaría que fuera esa conversación conmigo misma dentro de 20 años?». Puede ser una conversación llena de reclamos porque no me atreví a tomar las decisiones que me llevarán a la vida que quiero, o puede ser una conversación de reconocimiento y satisfacción por haberme atrevido a hacer lo que tenía que hacer, incluso con toda la incertidumbre, con todos los «qué dirán» en contra.

De ahí, el siguiente pensamiento fue «¿con quién no quiero tener cuentas pendientes que me obliguen a regresar al pasado para saldarlas?». Hay muchas personas con las que todavía tengo ciertos capítulos abiertos y que para seguir, es necesario cerrar y dejar ir, y que así lleguen experiencias nuevas, pero también es necesario cambiar los filtros con los que a veces veo la realidad, es necesario hacer un ajuste en ellos. De no ser así, aunque cambien las personas las experiencias, percepciones y sensaciones seguirán siendo las mismas.

Entonces, durante el café de cada mañana, ¿qué es lo que tengo que hablarme? ¿Para qué esperar a que pasen los años y un día tener que recurrir a la fantasía de retroceder en el tiempo para volver a ver a alguien?

¿Y del futuro? ¿O mejor ya ni hablamos? No, sí, hablemos del futuro, y de lo complicado que puede resultar hacer una cita con alguien en el futuro, porque ¿los planes dependen solo de nosotros? A veces el destino te deja vivir un rato libremente hasta que llega la hora de atender esas citas que se hicieron desde antes de nacer, por lo que hablar del futuro puede ser tan complicado, porque una cosa es lo que tenemos en la cabeza que creemos que va a suceder, y otra cosa es lo que el destino sabe que tiene que pasar, por eso después de leer eso solo me quedó el hacer énfasis en vivir plenamente el presente, sin dejar nada para mañana pero sin dejar deudas del pasado.

Para eso, hay que atreverse a confrontar los fantasmas que una carga, que yo cargo, y dejarlos libres, que dejen de dominar mi existencia y dedicarme a vivir en el presente. Confrontarme a mí misma para tener esas conversaciones que pesan. Atreverme a regresar a esos momentos difíciles o complicados y recoger mi energía que ahí he depositado a lo largo de los años, y que ya ni siquiera me doy cuenta que sigue ahí.

Adueñarme de mi historia lo suficiente, como para no dejar nada pendiente, entenderla y aceptarla para dejar de desperdigar energía y entonces poder construir esa vida que realmente que quiero.

¡Y que Dios me ampare de perderme los momentos más importantes de la vida de mis seres más queridos solo por estar ocupada! Por eso este libro es tan completo, porque toca los diversos escenarios en los que te podrías arrepentir del cómo usas tu tiempo para dar y recibir todo el amor.

Recoradar cada mañana que puedo ser feliz mientras haya café y una oportunidad más.

Ustedes, ¿ya lo leyeron?

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