Escribir sobre Juan Villoro, es escribir sobre un grande entre los grandes que ha dado este país, México. En «Balón dividido» se unen dos grandes: Juan Villoro y el futbol.
Recordemos que Juan Villoro he escrito novelas, teatro, ensayo y literatura infantil, es nacido en Ciudad de México, desde 1980 que publicó su primera novela se ha consolidado como un referente de la literatura contemporánea.
Y, bueno, el futbol, que es el deporte más visto en México, y uno de los que más dinero recauda y mueve a nivel mundial. Sin duda, en México y varios países del mundo se habla más de este deporte que de política o bueno, no estoy segura si se habla más pero algo sí es cierto, se toma más enserio y se le exige más.
Villoro, tras llevarnos por un recorrido de personalidades, anécdotas y momentos cruciales a nivel mundial, hace profundas reflexiones para sacar al balón de la cancha y llevarnos a la vida cotidiana, entonces el futbol sería la mejor analogía para enfrentar los embates de la cotidianidad.
Hay un par de frases que me sacaron de la lectura para llevarme a mi rincón personal de reflexiones:
- “Un equipo es tan grande como sus fantasmas”.
- “Sus muertos también juegan”.
Si esto lo pasamos a la vida real, ¿soy yo la que está jugando en esta vida o son mis antepasados? Puede ser que mi linaje esté jugando a través de una sarta de creencias y miedos que, sin permiso instalaron en mí. ¿Llegaré tan lejos como mis antepasados me dejen? A veces, aceptar nuestro linaje resulta complicado, pero más, soltar lo que no nos corresponde y más aún, darnos el permiso de hacer las cosas diferentes.
¿El futbol es más que un deporte? ¿Es una filosofía? ¿Es una tribu? ¿Qué tanto mueve el futbol? Más allá de las emociones causadas mientras la pelota entra en la portería del rival. Tal vez el futbol solo refleja la frustrada utopía de ser una sociedad en la que todos tenemos el mismo objetivo “ganar” y con esto puede ser lo que sea, pensando que cualquier cosa que ganemos no s ayudará a llenar nuestro vacío existencial. Dentro de una cancha se mueve la magia y la fe, en lo tangible, en eso que nos hace vibrar de verdad, eso que podemos ver para creer. “La odisea siempre sirve para regresar a casa” y el futbol, siempre será el idioma universal, entendido por todos, incluso por los que no lo hablan.
Es importante tomarnos el tiempo para divertirnos, para desconectar nuestro cerebro y solo dejar fluir la dopamina por todo nuestro cuerpo, regresar a nuestro estado más primitivo para gritar a todo pulmón un «goooooooooooooool» y así soltar, también todas las frustraciones acumuladas.
Muchas veces da culpa divertirse porque o «estamos perdiendo el tiempo», o «estamos mal gastando el dinero» o un sinfín de pretextos en vez de solo disfrutar; es más me iría un paso atrás, ¿sabemos qué nos divertir y cómo nos gusta divertirnos? No forzosamente tiene que ser con el futbol, pero podría ser con cualquier otro deporte, con la televisión, redes sociales, un libro entre mil actividades más.
Estoy segura que una de las grandes enseñanzas que me ha dado el futbol es que todo depende del resultado, se puede jugar como nunca y aun así perder o viceversa. Asimismo, puedes tener una alineación que parezca totalmente descabellada y que a ojos de todos, esté equivocada y así ganar, entonces la métrica para saber si ha sido una buena o mala decisión solo depende del resultado mismo, y eso solo lo da el tiempo, porque en este partido llamado vida, los partidos duran más de solo 90 minutos. Por lo que a veces solo hace falta tiempo para ver los resultados.
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